Elecciones locales, gasto en personal, déficit y mayorías
A partir de hoy, una vez terminada la pasión del fútbol asesinada a manos del Barça, ya no habrá domingo en el que los telediarios no inunden al escéptico espectador con los vídeos de los mítines de campaña de Rajoy y Zapatero. Vídeos propios que cada partido intenta colocar como sea en las televisiones para que, sobre todo, se vea el mar de banderas que agitan los desempleados para que las muevan cuando ordene el maestro de ceremonias. ¿Saben ustedes cuanto vale cada mitin de estos para salir en la tele? Pues más que si fuera publicidad pagada. Quizás fuese ahora el momento de que el Tribunal de Cuentas publicase el último y viejísimo Informe sobre la ejecución de la Ley de Financiación de los partidos políticos. También sería higiénico sacar del baúl el viejísimo debate de la sobreponderación que la Ley Electoral concede al bipartidismo que todo lo ahoga, como si estuviéramos, de nuevo entre Cánovas y Sagasta, en una nueva Restauración.
Pero sobre todo sería muy importante que las bases y simpatizantes de cada partido impusieran, en provecho propio, el modelo de listas abiertas para la elección de cualquier candidato electoral. El famoso periodista Miguel Larrea dice que está empezando a sospechar de que Zapatero querría todavía volver a repetir como candidato del PSOE en las elecciones de 2012. Si eso fuera cierto a Felipe González le daría una rabieta y la mujer del alcalde socialista de Ames, ya estaría buscándose un trabajo por si acaso la despiden como contratada en el Instituto de Santiago donde trabaja.
Y además, el director de El Mundo ya habría encargado una encuesta baratita de intención de voto para publicar el próximo domingo. Que fuese baratita, que, al fin y al cabo, nada nuevo puede descubrirse en la cocina de los expertos demoscópicos. Y estoy seguro de que los embajadores alemán y norteamericano están ya redactando un Informe a las Cancillerías respectivas comentando el por qué del optimismo vacuo de Zapatero y del como sería la reflexión de Rubalcaba sobre la amortización política del Zapatero Presidente de la Nación española. Como dice el malvado Carabel Joaquín Leguina,
http://www.joaquinleguina.es/una-muerte-digna
A estas alturas de la recesión, no hay asesor alguno que sea capaz de diseñar una estrategia electoral ganadora cuando disminuye la renta disponible de todas las familias de los miembros aspiracionales de la clase media–baja.
Y mucho menos cuando la reconversión liberal del Presidente ahoga el orgullo digno de los militantes socialistas del barrio.
Y muchísimo menos cuando los intelectuales y reformistas de toda laya que le apoyaron en 2004 reniegan ahora de él, como lo hizo ayer Javier Marías en un vitriólico artículo de opinión publicado en El Pais bajo el título “Isabel monta a Fernando«.
Recuerdo cuando Felipe perdió ante Aznar de muerte dulce y, a posteriori, hubo un ministro que confesó en público que “ya lo sabían, que las encuestas internas eran abrumadoras, pero que no podían perder sin haber luchado”. Pues ahora es lo mismo y, por eso, todos los que dependen económicamente del gasto público saben que el asunto se ha terminado y que hay que hacer los últimos favores que permita el Interventor, quitar muertos del armario, enterrar las vergüenzas, irse a casa, afeitarse y buscar al amigo rico para pedirle un trabajo para cuando se le termine el trabajo en el paro. Siempre con dignidad, como si el problema no hubiera sido propio sino del otro, de La Moncloa. Al fin y al cabo, en los pueblos todos nos conocemos. Y en las ciudades nos saludamos.
Y, a partir de ahí, la política económica de todos los centros de poder político se verá inmersa en una revisión extrema del escenario presupuestario del año 2012. Comportándose como Atila-Cameron, segando la hierba que hubiera dejado el septenio de reformas sociales zapateristas. Los empresarios de la CEOE ya lo ven y entienden con claridad cuando reciben el mensaje de que Rajoy ha rechazado endurecer los requisitos de capital de las Cajas de Ahorro. Asombrados, piensan que Rajoy es un idiota lleno de rabia y ruido y que fumándose un puro, va a terminar impidiendo una salida rápida de la dudosa herencia recibida. De forma que el más listo de la CEOE coge y telefonea al nuevo teléfono corporativo Rosell para urgirle a que pida con humildad, una reunión urgente y discretamente pública, y en Madrid, con Artur Mas para suplicarle que le imponga a Rajoy unas condiciones estrictas de política económica de apertura del crédito bancario, mano dura en público para los directivos bancarios que no obedezcan la orden con rapidez y reducción drástica del gasto público corriente con el despido de todo contratado laboral que quede trabajando en cualquier administración pública. Y todo ello aparece en público, así de radical y enérgico porque el empresario listo de la CEOE sabe que Rajoy es un tararambainas sin programa y que, por ello, ha visto surgir una ventana de oportunidad para influir en el debate interno sobre la política económica poselectoral que, por lo que le ha dicho su Jefe de Gabinete, es casi desconocido, todavía es muy cortito y, se supone, que se basa en una desequilibrada componenda ideológica entre gente nueva con ideas radicales liberales, propuestas rancias de los pocos conservadores que quedan y sosas sugerencias de los democristianos de siempre. Es decir, dice el listo de la CEOE que las cosas de la economía pueden ir de Málaga a casi Malaguita.
La experiencia acerca del ciclo político general dice que los presidentes son conservadores en el primer año del mandato, reformistas en los intermedios y utilitarios en los últimos. Todo gobernante aprueba, a mitad de legislatura, las reformas que considera necesarias para que dan resultado “a tiempo”en el último ejercicio del mandato. Este sería el ejemplo, tardío, de Zapatero. Por contra hay mucha experiencia política que avala la tesis de que las reformas hay que hacerlas concentradas, en poco tiempo y cuanto antes, para evitar el conocido efecto de los cambios vertiginosos: que siempre parecen ser más abundantes, por activos y escandalosos, los que tienen algo que perder con las reformas; y que los ganadores no aparecen hasta que los cambios aparecen como irreversibles. este sería el caso de Rajoy.
Este dilema es el que espera resolver el listo de la CEOE en la reunión de Rosell con Artur Mas. ¿A quien sugerir a Mas para que apoye en un presunto Gobierno de concenntración?
Al fin y al cabo, en el PSOE ya no manda nadie enel Ministerio de Economía y todavía no hay nadie que mande con claridad en el área económica del PP y Rajoy es mayor para dejar de ser un tarambainas.
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