FUERA DE FOCO
Western en Wall Street online
Montserrat Domínguez – 15/10/2010
La gente que abarrotaba la sala de cine la integraban desde jóvenes vestidos de sport caro hasta financieros no tan jóvenes, curiosos por saber cómo el hijo de un bróker, juglar de la izquierda radical, había retratado la crisis económica que tiene atenazado a medio mundo.
Hace veinte años que Oliver Stone plasmó de manera certera una época y una manera de hacer dinero incompatible con los escrúpulos. Su película Wall Street (1987) no fue ni un gran éxito de taquilla ni volvió loca a la crítica, pero se convirtió en la radiografía de un momento en el que los jóvenes brókers, borrachos de dinero, se peleaban por los lofts neoyorquinos, el arte moderno y las mujeres de piernas como las de Daryl Hannah a golpe de talonarios astronómicos. Fue el western de los 90: en lugar de vaqueros crepusculares, veíamos a tipos de instinto asesino con tirantes, relojes Cartier y puro en los labios, despiezando empresas y despreciando a los trabajadores, símbolo de la economía real.
Allí surgió el personaje de Gordon Gekko, el tiburón que ensalzaba la codicia como el gran valor de los 90, y el de Bud Fox, el joven con hambre de triunfo, capaz de vender a su padre por un buen bonus. Los dos acabaron en la cárcel, y dos décadas después Stone los resucita: el encanecido y arrugado Michael Douglas se forra vendiendo libros como gurú de la crisis, mientras que Charlie Sheen, en un brevísimo papel, explica cómo hizo penitencia por sus pecados para luego rematar los negocios y dedicarse a vivir de las rentas.
¿Qué ve Oliver Stone ahora? En vez de caballos, los nuevos vaqueros cabalgan a lomos de sus motos; si nos saltamos la flojísima trama personal, nos encontramos con banqueros al borde del suicidio ante un revés de fortuna; otros no menos veteranos, fríos como el hielo, que siempre acaban flotando y haciendo business as usual;magnates cuyo gran aliciente es ganar más y más – lo dice Josh Brolin en un momento electrizante-,y al propio Gekko, reconstruyendo su figura y su fortuna a golpe de los millones que logró escaquear… en Suiza, por supuesto.
Agiten estos ingredientes con imágenes de los rascacielos del downtown neoyorquino dibujando índices en el cielo, con un montaje de ritmo cuasi televisivo y con un impagable plano secuencia de los lujosos pendientes de las mujeres de la jet: añadan una gota de discursos pedagógico-económicos y ciertas dosis de moralina y encontrarán que Wall Street: el dinero nunca duerme es un intento tan entretenido como fallido de narrar el terremoto financiero de los últimos dos años.
Salí del cine meditando sobre el maniqueísmo de Stone, hasta que ayer leí que los ejecutivos de Wall Street percibirán sueldos récord en el 2010. Dos años después de la quiebra de Lehman Brothers, un estudio de The Wall Street Journal revela que, cerca ya la paga de fin de año, los nuevos brókers esperan bonus que batan nuevos máximos. De Douglas, la mente voló a Burt Lancaster y al Gatopardo:»Que todo cambie para que todo siga igual».
Cameos Buy
Los entendidos intentan descubrir en Wall Street 2 quién se esconde tras la ficción. Pero hay muchos que se interpretan a sí mismos, como el economista que de verdad predijo la crisis, Nouriel Roubini, el inversor Warren Buffet, la periodista Maria Bartiromo, Graydon Carter, de Vanity Fair.A Donald Trump, en la peluquería, sólo se le verá en DVD.
Crisis y televisión
La película refleja los programas económicos de televisión, que van hilvanando la historia de estos tres últimos años. Y aunque los medios tradicionales han sufrido la crisis por la caída de la publicidad, esta se recupera en la televisión. En el Reino Unido, dice The Economist,se preveía una caída que acabó en subida del 11%. El paso de la tele a la red o al móvil no ha dañado sus ingresos tanto como ha castigado a los periódicos.
Riesgo moral
Los protagonistas no dejan de hablar de moral hazard,o riesgo moral: el concepto económico por el cual los individuos no actuamos con la debida diligencia si las consecuencias de nuestras acciones se diluyen…, o si siempre está papá Estado preparado para rescatarte si las cosas se ponen feas, o seas demasiado grande para caer. Adam Smith lo vio claro en los accionistas de grandes empresas, obsesionados con sus dividendos sin asumir ningún tipo de riesgo.
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