Merkel advierte que no cederá en su política de ajuste ante el G-20
Alemania reitera que la consolidación fiscal es necesaria para el crecimiento
RAFAEL POCH – Berlín. Corresponsal
Alemania acude a la reunión del G-20, el domingo en Toronto, dispuesta a enfrentarse a Obama, que pide a las economías con superávit comercial que contribuyan al crecimiento en lugar de encerrarse en políticas de austeridad, por temor a que una depreciación del euro debilite aún más al dólar y desemboque en una segunda quiebra. La canciller Angela Merkel ha respondido a la carta en la que el presidente estadounidense criticaba la posición de Alemania sin ceder un ápice.
La ocasión fue la reunión que Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, mantuvieron el lunes con el «grupo de expertos para una nueva arquitectura de los mercados financieros», que asesora al Gobierno en ese ámbito. El grupo está dirigido por Otmar Issing, economista jefe y miembro del directorio del Banco Central Europeo. Issing es el neoliberal número uno de Alemania, y, además es asesor internacional del banco de inversión Goldman Sachs (el mismo que ayudó a Grecia a cocinar su presupuesto para cumplir los criterios de convergencia para formar parte del euro).
En la reunión, se preparó el G-20 del domingo a fin de que Alemania «se mantenga segura de sí misma en el debate internacional», explicó Issing, en un momento en el que su estrategia registra oposición en Bruselas y complica la unidad con Francia. Detrás de la aparente carta conjunta divulgada el lunes por Merkel y Sarkozy en la que ambos reclaman «un acuerdo internacional para instaurar un impuesto o una a tasa sobre las instituciones financieras», asoma una mal disimulada tensión entre ambos.
Merkel presentará ante Obama el tema del impuesto a las transacciones financieras como una especie de contrapartida a la exigencia gastadora de este, pero sabe que los anglosajones no tienen la menor intención de dar pasos en ese sentido, y a juzgar por cómo Merkel formula el propósito – en condicional y en términos vagos y melancólicos-no parece que haya una gran determinación. Al término del encuentro con el grupo de Issing, Merkel dijo que, en materia de gravar a los bancos, «los expertos han mencionado determinadas restricciones a las que hay que prestar atención, si es que nos proponemos abordar algo así».
Merkel considera que potenciar el gasto, como le propone Obama, contribuiría a un «crecimiento imaginario». Su frase estelar ayer fue: «Nuestra postura común es la siguiente: si no alcanzamos un crecimiento sostenible y generamos de nuevo un crecimiento imaginario, lo pagaremos con una nueva crisis». El ministro de Hacienda, Schäuble, en una inquietante confusión entre causas y consecuencias, ha llegado a decir que «nadie puede discutir seriamente que los déficit públicos excesivos son una de las principales causas de la crisis».
El Nobel de Economía Paul Krugman considera que la austeridad alemana «es una mala idea». Y ha afirmado aquí que si el presidente del Bundesbank, Axel Weber, otro dogmático monetarista, sucede a Jean-Claude Trichet al frente del Banco Central Europeo, como quiere Merkel, «será un riesgo para el euro, un desastre para todos».